El “guayabo” tras las protestas en Colombia

Las protestas en Colombia, que comenzaron el 28 de abril, han sufrido un notable desgaste en las últimas semanas y algunos de los organizadores han optado por el repliegue y buscar nuevas formas de reivindicación, lo que tiene al país en un situación de “guayabo” (resaca) y expectativa ante futuras manifestaciones.

Han pasado casi dos meses desde que decenas de miles de colombianos salieron a las calles exigiendo que el Congreso no tramitara una reforma tributaria presentada por el Gobierno y que derivó en jornadas diarias que mostraron el descontento social de uno de los países más desiguales de América.

Sin embargo, esta semana los sindicatos detrás del Comité Nacional del Paro anunciaron que dejarían de convocar la marcha semanal de los miércoles, mientras que en los barrios más populares, donde aún resisten los plantones, debaten ahora cómo seguir sus reclamos de mejores condiciones de vida.

“Vamos a entrar en un periodo de calma con mucho malestar”, vaticina el profesor de Economía de la Universidad Javeriana Jorge Restrepo, que lo define “como una resaca, como un guayabo después de estas emociones que estuvieron tan altas y de tanta violencia”.

MÁS PROTESTAS

Las protestas han puesto al país en el borde del abismo: decenas de personas han perdido la vida o sufrido graves lesiones, los bloqueos en carreteras han provocado graves pérdidas e incluso ataques a misiones médicas y el clima de tensión y discordancia es más notable que nunca.

“La estrategia del Gobierno de que las movilizaciones se desgastaran no soluciona el problema de fondo”, asevera la politóloga de la Universidad del Rosario Sandra Botero, que cree que si “el descontento de fondo no se soluciona en los próximos meses, las movilizaciones se van a reactivar”.

A pesar de que el Gobierno retiró la reforma tributaria y prometió presentar una a la Policía -que algunos califican de cosmética- e hizo algunas concesiones como ofrecer matrícula gratuita a los universitarios de estratos más bajos, las condiciones que sacaron a miles a la calle siguen ahí.

“Hay una constante en la manera que este Gobierno respondió a la crisis y es negarse a ver los problemas estructurales”, resume Botero, que considera que “lo único que están haciendo es teniendo esta olla a presión en fuego alto”.

DIÁLOGO NECESARIO

Sin embargo, tomar medidas para atajar la pobreza es urgente. “Es un momento clave para lanzar reformas estructurales, que no solamente pasen por la reforma de un régimen fiscal o por la ampliación de la universalidad en derechos como la educación y en pensar un plan de trabajo mucho más robusto que permita responderle a la juventud”, considera la subdirectora de la ONG DeJusticia, Diana Guzmán.

Es necesario, según afirma, “pensar estrategias alternativas que no pasen necesariamente por la protesta o la movilización pública periódica”.

El Gobierno, explica Guzmán, “debería repensar su estrategia de diálogo” porque hasta ahora ha sido “un diálogo parcial, poco orientado, poco estratégico”.

“Lamentablemente creo que este gobierno no tiene capital político ni la voluntad política para lanzar un diálogo nacional reconciliador y la solución solamente se logra a través de un diálogo nacional”, coincide Restrepo.

JUSTICIA

Además, está la cuestión de investigar todo lo sucedido durante las semanas de protestas donde organizaciones sociales denunciaron 74 muertes, 45 de ellas de las que responsabilizan a la Policía.

“Hubo una ruptura profunda de las relaciones entre la fuerza pública y la ciudadanía, en particular entre los jóvenes, los indígenas y las comunidades rurales, pero también los cinturones de miseria de las ciudades colombianas”, resume Restrepo.

El país espera las conclusiones que salgan de la misión de trabajo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), mientras el Gobierno sigue dando reconocimientos a medias de los abusos cometidos.

Hay que “esclarecer lo que ocurrió, investigar las violaciones a derechos humanos y las violencias para que eso también haga parte del diálogo en torno a cuáles tienen que ser las soluciones”, dice la subdirectora de DeJusticia.

Sin embargo, el temor, coinciden, es que, como ha sucedido con otras protestas, no pase nada.

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EFE

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