Bogotá volvió a ser la de siempre con su característica lluvia que no se había dejado ver en los últimos meses por el fenómeno de El Niño, causante de la disminución de las fuentes de agua que surten a la capital colombiana que hace un mes obligó a la Alcaldía a imponer racionamiento que, por el momento, no tiene perspectivas de acabar.
“Falta muchísimo para que podamos superar por completo esta crisis”, manifestó este sábado el alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, al hacer un balance del primer mes de racionamiento, aunque reconoció “un avance importante, un avance significativo”.
La llegada de El Niño en noviembre del año pasado intensificó la sequía en una temporada que suele ser seca, y junto a las altas temperaturas de comienzos de año puso a la capital en una situación crítica.
En Bogotá, ciudad de casi ocho millones de habitantes, se sintió la sequía, pero también los incendios que azotaron el país por la sequía de El Niño.
Recuperación de embalses
Los embalses han recuperado poco a poco sus niveles: el último reporte del nivel del sistema Chinganza, que abastece con el 75 % del agua consumida por la ciudad, da señales de recuperación ya que se sitúa en el 20,78 % frente al 16,3 % que tenía el pasado 11 de abril, cuando empezó el racionamiento.
Según el meteorólogo e investigador ambiental Max Henríquez, en abril “cayeron 133,2 milímetros de lluvia en Bogotá, siendo el promedio histórico de 111 milímetros. O sea, llovió el 120 %. El 81 % de esa lluvia cayó del 18 al 30 de abril”.
“Las lluvias de los últimos días han ayudado, pero debemos mantener la tendencia de reducir nuestro consumo. ¡Bogotá nos necesita!”, resaltó el alcalde, que ha liderado una intensa campaña de conciencia ciudadana para ahorrar agua y que parece ha funcionado.
Las autoridades dividieron la ciudad y municipios cercanos en nueve sectores, que se alternan en jornadas de 24 horas sin suministro de agua, por el momento, de forma indefinida con el objetivo de reducir el consumo en dos metros cúbicos por segundo.
“En la casa, cuando nos bañamos, toda el agua la guardamos para después usarla en el inodoro”, cuenta Angélica, que vive en uno de los barrios del sur de la ciudad.
La política de racionamiento, sin embargo, tuvo problemas desde el principio ya que muchos edificios de la capital cuentan con tanques propios de reserva que se usaron durante los días de racionamiento, provocando que al día siguiente se utilizara el doble de agua para llenar de nuevo el tanque.
El futuro tras la sequía
Esta es la primera vez que Bogotá se ve en un desabastecimiento de agua tan severo, y los expertos resaltan la necesidad de pensar en el futuro y plantear estrategias que impidan que vuelva a producirse.
“La ciudad no puede crecer infinitamente, la naturaleza marca unos límites muy claros, entonces hay que repensar porque no se puede urbanizar infinitamente”, explica a EFE la directora del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), Ghisliane Echeverry.
Precisamente Echeverry recuerda la diversidad del régimen pluviométrico en el país para resaltar que, por ejemplo, Chingaza está en el régimen de la Orinoquía -donde no se espera que llueva tanto en las próximas semanas- y Bogotá en el Andino, en el que sí se esperan precipitaciones. Esto podría implicar que la recuperación de Chingaza no sea tan rápida.
“El objetivo es llegar por encima del 70 % (del nivel) del sistema Chingaza en diciembre”, señaló hoy Galán, quien subrayó que, a pesar de la mejora de la situación, el racionamiento “va a durar tiempo”.
La ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Susana Muhamad, ya alertó que la falta de planificación y los planes de ordenamiento territorial que priorizan la expansión urbanística solo perjudicarán la gestión de futuras crisis.
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EFE