Detienen al cantante Bobi Wine en Uganda tras aprobarse su candidatura a la presidencia

La Policía de Uganda arrestó hoy al cantante y legislador Robert Kyagulanyi, más conocido como Bobi Wine, poco después de que la Comisión Electoral aprobase su candidatura presidencial de cara a los comicios de 2021.

El portavoz del partido político de Bobi Wine, Joel Senyonyi, confirmó a Efe que el cantante está en custodia policial.

Tras descargar gases lacrimógenos contra los simpatizantes de Wine, reunidos alrededor del músico en Kampala pese a que el Gobierno prohibió las concentraciones multitudinarias para impedir la propagación de la COVID-19, unos agentes destrozaron las ventanas de su vehículo y lo transportaron en un coche policial hasta su casa, en el norte de la capital ugandesa.

Desobedeciendo las órdenes de la Policía, el cantante se negó a permanecer en su domicilio, y fue detenido cuando intentó dirigirse a la sede de su partido, la Plataforma de Unidad Nacional (NUP), para presentar su programa electoral.

Wine (38 años), un cantante popular que creció en un barrio muy pobre de Kampala, es el opositor principal del presidente Yoweri Kaguta Museveni, en el poder desde 1986 y cuya candidatura para los comicios de 2021 -aún sin fecha- se validó ayer.

Las desigualdades sociales, que aumentaron en las últimas décadas a pesar de un crecimiento de la economía nacional, han deteriorado el prestigio de Museveni (76 años), sobre todo en zonas humildes de las ciudades, donde Wine es muy popular.

El cantante usa discursos transgresores para convertir la frustración de los más pobres en votos, y no duda en calificar al presidente como un “dictador”.

Delante de las cámaras y los micrófonos de decenas de medios locales, Wine describió hoy la validación de su candidatura presidencial como “un paso muy importante en nuestra revolución por la liberación del pueblo de Uganda”.

GASES LACRIMÓGENOS PARA DISPERSAR A MANIFESTANTES

Los enfrentamientos entre la Policía y los simpatizantes del músico se sucedieron en Kamwokya, una barriada humilde en el norte de Kampala, y en otros lugares de la capital.
Desde el viernes, las autoridades advirtieron que no consentirían ningún tipo de concentración en las calles debido a la COVID-19.

Sin embargo, a lo largo de toda la mañana, algunas calles de la ciudad se llenaron de admiradores de Bobi Wine.

“No tenemos miedo de las armas de los policías. Estamos cansados de la dictadura de Museveni. Es el momento de nuestra revolución”, explicó a Efe uno de los manifestantes de Kamwokya.

Wine dijo que “las concentraciones espontáneas de nuestros seguidores serán imposibles de evitar”, e incluso animó a los ugandeses a vestir prendas rojas, el color de su partido.

El legislador también pidió a los cuerpos de seguridad un comportamiento similar al que tuvieron ayer con los admiradores de Museveni, que celebraron en la calle la validación de su candidatura sin ser estorbados por las autoridades.

“Escuché que algunas personas están planeando todo tipo de estupideces para interrumpir el proceso electoral. Eso les traerá problemas. Nos ocuparemos de ellos”, advirtió ayer el presidente, mensaje que muchos tomaron como un aviso para Wine y sus seguidores.

MUSEVENI, UN PRESIDENTE CONTROVERTIDO

Museveni, uno de los mandatarios más longevos del mundo, es el presidente de Uganda desde el 29 de enero de 1986, cuando tomó el poder tras liderar una guerra de guerrillas contra los gobiernos de Milton Obote y Tito Okello.

En 1986, tras cinco golpes de Estado, una guerra civil de un lustro y regímenes que asesinaron a decenas de miles de personas para acallar a sus opositores, Uganda era una de las naciones más pobres del planeta.

Museveni prometió entonces restablecer la democracia, construir un gobierno de base amplia; y transformar la economía hasta conseguir una nación industrial, moderna y autosuficiente.

Con políticas neoliberales y el apoyo de países extranjeros, Museveni consiguió mantener a Uganda entre las diez economías de más alto crecimiento del mundo hasta principios de la década de 2010, pero ese milagro acarreó un aumento de la desigualdad.

Sin embargo, el presidente aún conserva su popularidad en muchas regiones rurales, donde los votantes lo identifican como el único líder capaz de mantener la paz en un país con un pasado convulso.

EFE

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