El fin de más de una década de guerra civil y de cinco décadas de dominio por la familia Al Asad en Siria ha llegado. Bashar Al Asad, presidente de Siria, huyó de Damasco tras una ofensiva relámpago de los insurgentes, quienes declararon su victoria y control de la capital. Según informes del Ministerio de Exteriores ruso, el mandatario abandonó el país ante el inminente colapso de su régimen.
En la madrugada del domingo, fuerzas rebeldes ingresaron a Damasco, culminando una ofensiva de diez días que incluyó la toma de amplias zonas del país.
El paradero de Bashar Al Asad sigue siendo incierto, aunque las especulaciones apuntan a un exilio en Rusia o en el Golfo Pérsico. Este colapso marca el fin de uno de los regímenes más longevos de la región, dejando un país devastado, pero con la esperanza de un nuevo inicio.
Bashar Al Asad abandona Siria: los rebeldes proclaman el fin de una era
Miles de ciudadanos salieron a las calles de Damasco para celebrar la caída del régimen. Videos compartidos en redes sociales muestran escenas de jubilosa entrada al palacio presidencial y el derribo de símbolos del gobierno anterior.
Los insurgentes, liderados por Abu Mohamed al Jolani, se comprometieron a proteger a la población y las instituciones del país. “Este es un nuevo comienzo para Siria”, declaró Al Jolani en un mensaje transmitido por Telegram.
Por su parte, el primer ministro saliente, Mohamed Ghazi al Jalali, expresó su disposición a colaborar en el tránsito hacia un gobierno estable. Este gesto se percibe como un intento de evitar un mayor derramamiento de sangre.
Claves de una transición
El rápido avance de los insurgentes fue posible gracias a una combinación de acuerdos de rendición y la retirada de tropas gubernamentales de puntos estratégicos. En ciudades costeras como Latakia y Tartús, bastiones históricos del régimen, la transición ocurrió sin combates significativos.
El rol de las potencias internacionales también fue crucial. Fuentes diplomáticas indican que Rusia facilitó la salida de Al Asad como parte de un acuerdo que busca garantizar la estabilidad regional y minimizar el caos tras su caída.
Aunque el fin del régimen Al Asad representa un hito histórico, el futuro de Siria está plagado de incertidumbre. El país enfrenta retos titánicos: reconstruir una nación devastada por años de guerra, establecer un gobierno inclusivo y equilibrar las demandas de diversas facciones y comunidades.
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