A pocos días de asumir la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump ha generado una tormenta diplomática tras sugerir que el Canal de Panamá debería volver a ser controlado por su país.
Las críticas del entrante mandatario al manejo actual y las tarifas de esta estratégica vía interoceánica han sido calificadas por algunos líderes como una amenaza a la soberanía panameña.
Desde Panamá, el presidente José Raúl Mulino respondió categóricamente: “El Canal de Panamá es, y seguirá siendo, un patrimonio panameño. La independencia y soberanía de nuestro país no están en discusión”, afirmó en un mensaje dirigido a la nación.
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El impacto de las declaraciones de Trump no se limitó a Panamá. En Colombia, el presidente Gustavo Petro se solidarizó con su homólogo panameño, expresando su apoyo a través de redes sociales. “No permitiremos que se negocie la dignidad de nuestros pueblos. Panamá tiene mi respaldo incondicional en la defensa de su soberanía”, aseguró Petro, dejando en claro su postura frente a las palabras del mandatario electo estadounidense.
Desde Asia, China también reaccionó. La portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Mao Ning, destacó el valor histórico del canal para el pueblo panameño y reiteró el respeto del gigante asiático por la autonomía del país centroamericano.
Analistas consideran que estas declaraciones reflejan una posible línea de acción de Trump basada en renegociar acuerdos internacionales bajo su concepto de “América primero”. Sin embargo, para países como Panamá, el canal no solo es un activo estratégico, sino un símbolo de independencia tras su recuperación.
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