La extracción de agua hunde a la Ciudad de México y amenaza su futuro. Así lo advierten los expertos que han estudiado el fenómeno de la subsidencia, que consiste en el hundimiento del terreno debido a la disminución de la presión en el subsuelo.
Este proceso afecta de manera desigual a las diferentes zonas de la capital mexicana, siendo las más vulnerables las que se asientan sobre el antiguo lago de Texcoco, como Iztapalapa, Tláhuac y Xochimilco.
La subsidencia no es exclusiva de la Ciudad de México. Otras urbes del mundo, como Nueva York, también sufren este problema por el peso de sus edificios y el uso intensivo de las aguas subterráneas.
Cómo la historia y la geografía condenan a la Ciudad de México al hundimiento
Sin embargo, en el caso de la metrópoli mexicana, el riesgo es mayor por su ubicación geográfica y su historia. Según el investigador Sergio Raúl Rodríguez Elizarrarás, del Instituto de Geología de la UNAM, la ciudad se ha desarrollado sobre un terreno lacustre que ha perdido su equilibrio hidráulico por la perforación de pozos desde principios del siglo XX.
La consecuencia de esta sobreexplotación del acuífero es que la ciudad se hunde entre 20 y 30 centímetros al año en promedio, lo que genera daños en la infraestructura urbana, como grietas en edificios y calles, fugas en tuberías y drenajes, e inundaciones recurrentes.
Además, la subsidencia pone en peligro el patrimonio cultural y natural de la ciudad capital, como los monumentos históricos y las chinampas.
Para revertir esta situación, los expertos recomiendan reducir el consumo de agua potable, reutilizar las aguas residuales tratadas, recargar el acuífero con agua pluvial y diversificar las fuentes de abastecimiento.
Asimismo, proponen implementar medidas de adaptación al cambio climático, como el manejo integral de cuencas y la restauración ecológica.
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