La misión de la ONU en Mali, Minusma, cerró oficialmente su base en la localidad de Ansongo, con lo que ya ha abandonado nueve de los doce campos de la misión en el país dentro de su retirada pedida por la junta militar maliense.
En un comunicado, la Minusma informa del cierre de esta base tras diez años de funcionamiento, situada en una localidad del noreste de Mali cercana a la frontera con Níger.
Se enmarca en la segunda fase del plan de retirada de la Minusma, que deberá salir definitivamente del país el 31 de diciembre de 2023, de acuerdo con el calendario pactado con Bamako.
La misión informa de que la base fue entregada por Hawa Ahmed Youssouf, jefe de la oficina regional de la Minusma en Gao, a las autoridades civiles, representadas por el prefecto de Ansongo, Ahmed Ag Aklinine.
La nota destaca que desde su despliegue en 2013 en respuesta a la crisis de seguridad por el surgimiento de grupos yihadistas, la Minusma “ha desempeñado un papel clave en la estabilización de la zona de Ansongo”, asegurando la carretera transfronteriza que conecta Níger con Mali, “vital para el país y la región”.
Además, asegura que colaboró estrechamente con la administración de Malí y sus fuerzas de seguridad en desarrollar capacidades para la protección de civiles y la atención de las necesidades básicas de la población mediante la financiación de diversos proyectos.
Para facilitar la presencia de la autoridad estatal en Ansongo, que forma parte de una región con alta presencia de grupos yihadistas, la misión construyó y equipó su comisaría y suministró combustible para permitir a la Gendarmería y a la Policía realizar patrullas de seguridad en la ciudad.
Además, aseguraba periódicamente su pista de aterrizaje para actividades humanitarias e invirtió 818 millones de francos XOF (1,2 millones de euros) para rehabilitar y equipar edificios de las fuerzas de seguridad malienses, reparar diques y construir huertos.
El comunicado destaca que sus esfuerzos también incluyeron proporcionar agua potable, electrificar calles en Ansongo y otras localidades, reducir los conflictos comunitarios y mejorar las condiciones de trabajo de las fuerzas de seguridad de Mali.
La Minusma asegura que estos esfuerzos conjuntos de la Minusma y las autoridades malienses “redujeron significativamente la presencia de grupos armados terroristas, lo que dio lugar a una disminución notable de los incidentes contra civiles y las fuerzas de seguridad”.
A pesar de estas mejoras, indica que la inseguridad en la zona “sigue siendo un desafío, principalmente debido a la presencia limitada de las autoridades nacionales y las limitaciones de acceso”.
Después de Ansongo, la Minusma cerrará su base de Mopti a principios de diciembre, antes de comenzar la fase final de retirada, que abarcará la finalización de las operaciones en Bamako, Gao y Tombuctú.
La retirada de la Minusma de Mali se produce a petición del gobierno del país, en poder de una junta militar golpista cada vez más cercana a Rusia y a sus vecinos de Níger y Burkina Faso (también en manos de golpistas) y más alejada de los países occidentales.
En las últimas semanas, el gobierno maliense criticó duramente la manera “unilateral” en que la Minusma se retiró de su base norteña de Kidal, que no estaba controlada por Bamako, sino por los secesionistas del norte, en guerra con la junta desde hace dos meses.
Lo hizo cumpliendo su calendario de salida, pero Bamako criticó que dejó la ciudad en manos de las etnias independentistas norteñas. El pasado martes, el Ejército maliense, ayudado por mercenarios del Grupo Wagner y de sus vecinos Níger y Burkina Faso, recuperó el control de Kidal.
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EFE