La carne roja es una fuente de proteínas, hierro, zinc y vitamina B12, entre otros nutrientes. Sin embargo, su consumo excesivo puede tener efectos negativos sobre la salud, especialmente si se trata de carnes procesadas o con alto contenido de grasa. En este artículo te explicamos cuáles son los riesgos de comer carne roja todos los días y cómo puedes reducirlos.
Los peligros ocultos de consumir carne roja a diario
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo de esta se asocia con un mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y algunos tipos de cáncer, como el de colon y el de estómago. Esto se debe a que la carne roja contiene sustancias que pueden dañar el ADN de las células, como las nitrosaminas, los hidrocarburos aromáticos policíclicos y las aminas heterocíclicas. Estas sustancias se forman durante el procesamiento, la cocción o la conservación de este alimento.
Además, la carne roja suele tener un alto contenido de grasa saturada y colesterol, que pueden elevar los niveles de colesterol malo (LDL) y triglicéridos en la sangre, favoreciendo la formación de placas de ateroma en las arterias. Esto puede provocar hipertensión arterial, infarto de miocardio o accidente cerebrovascular.
Por otro lado, el consumo excesivo de esta puede provocar un desequilibrio en la flora intestinal, favoreciendo el crecimiento de bacterias patógenas que pueden causar inflamación, infección o alteración del tránsito intestinal. También puede aumentar el riesgo de sufrir gota, una enfermedad que se caracteriza por la acumulación de ácido úrico en las articulaciones, causando dolor e inflamación.
¿Cómo reducir los riesgos del consumo de carne roja?
No se trata de eliminar por completo este alimento de la dieta, sino de moderar su consumo y elegir las opciones más saludables. Algunas recomendaciones son:
– Limitar el consumo de carne roja a dos o tres veces por semana, y no más de 500 gramos por semana.
– Preferir las carnes magras, sin grasa visible ni piel, y evitar las procesadas, como embutidos, salchichas o hamburguesas.
– Cocinarla a temperaturas moderadas y evitar el contacto directo con el fuego o el humo, que pueden generar sustancias cancerígenas. Evitar también el consumo de partes quemadas o carbonizadas.
– Acompañarla con verduras, frutas y cereales integrales, que aportan fibra, antioxidantes y fitoquímicos que pueden proteger contra el daño celular.
– Alternar el consumo de carne roja con otras fuentes de proteína animal, como pescado, huevos o lácteos desnatados, o con fuentes de proteína vegetal, como legumbres, frutos secos o semillas.
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