Educar a los hijos es una tarea compleja y desafiante, que requiere de paciencia, amor y firmeza. Los padres quieren lo mejor para sus hijos, pero a veces pueden caer en errores que los llevan a malcriarlos, sin darse cuenta. Malcriar a los hijos no significa darles muchos regalos o juguetes, sino actuar de forma que les impida desarrollar su autonomía, su responsabilidad y su respeto por los demás.
Los hijos malcriados pueden convertirse en adultos inmaduros, egoístas e insatisfechos, que no saben afrontar las dificultades de la vida.
Lo que debes dejar de hacer si no quieres malcriar a tus hijos
Para evitar malcriar a los hijos, los padres deben cambiar algunos hábitos que pueden resultar perjudiciales para la educación de los niños. Estos son algunos de los hábitos más comunes que debes evitar si no quieres malcriar a tus hijos:
1. Hacer que tu hijo sea el centro del universo. Los padres deben querer a sus hijos, pero no sobreprotegerlos ni complacerlos en todo. Los hijos deben aprender que no son el centro del mundo, y que hay otras personas que tienen necesidades y deseos diferentes a los suyos. Los padres deben enseñar a sus hijos a compartir, a esperar, a tolerar la frustración y a ser agradecidos.
2. No reforzar su comportamiento positivo. Los padres deben prestar atención a las conductas positivas de sus hijos, y reconocerlas con elogios, caricias o gestos de afecto. Así, los hijos se sentirán valorados y motivados para seguir portándose bien. Los padres deben evitar ignorar o dar por hecho las conductas positivas de sus hijos, ya que esto puede hacer que los hijos se sientan invisibles o que busquen llamar la atención con conductas negativas.
3. Reforzar sus conductas negativas. Los padres deben evitar reforzar las conductas negativas de sus hijos, ya sea con atención, con regaños o con premios. Si los padres solo prestan atención a sus hijos cuando se portan mal, les están enviando el mensaje de que esa es la forma de conseguir lo que quieren. Los padres deben ignorar los berrinches, las pataletas o las rabietas de sus hijos, y solo intervenir cuando sea necesario para corregirlos o para poner límites.
4. No poner límites a tu hijo. Los padres deben establecer normas claras y coherentes para regular el comportamiento de sus hijos, y hacerlas cumplir con firmeza y consistencia. Los límites ayudan a los hijos a sentirse seguros, a saber, lo que se espera de ellos y a respetar a los demás. Los padres deben evitar ser demasiado permisivos o demasiado autoritarios con sus hijos, ya que esto puede generar confusión, rebeldía o sumisión en los hijos.
5. No hacer cumplir las consecuencias de sus actos. Los padres deben enseñar a sus hijos que toda acción tiene una consecuencia, ya sea positiva o negativa, y que ellos son responsables de las mismas. Los padres deben aplicar consecuencias lógicas y proporcionales a las conductas de sus hijos, y no ceder ante sus súplicas o sus amenazas. Los padres deben evitar castigar a sus hijos de forma arbitraria, excesiva o inconsistente, ya que esto puede generar resentimiento, miedo o indiferencia en los hijos.
6. No darles el ejemplo. Los padres deben ser el modelo a seguir para sus hijos, y actuar de acuerdo con los valores y principios que quieren inculcarles. Los padres deben ser coherentes entre lo que dicen y lo que hacen, y mostrar a sus hijos cómo se comportan las personas maduras, respetuosas y felices. Los padres deben evitar actuar como niños malcriados, que se quejan, que se enfadan, que mienten o que hacen trampas, ya que esto puede hacer que los hijos imiten sus conductas o que pierdan el respeto por ellos.
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