Hematofobia: Superando el miedo irracional a la sangre y las heridas

La hematofobia es un miedo intenso e irracional que afecta a algunas personas cuando se enfrentan a la sangre, las heridas, las inyecciones o los procedimientos médicos. Muchos experimentan mareos o incluso llegan a desmayarse debido a este temor incontrolable. En este artículo, exploraremos las causas de la fobia y analizaremos la terapia cognitivo-conductual como un enfoque recomendado para superar esta fobia.

Terapia cognitivo-conductual: La clave para vencer la hematofobia

Según los expertos, la hematofobia es una fobia específica caracterizada por un miedo intenso y desproporcionado hacia la sangre, las agujas y las heridas de consideración. La licenciada Gabriela Martínez Castro, directora del Centro de Estudios Especializado en Trastornos de Ansiedad (CEETA), explica que este miedo extremo puede llevar a un descenso de la presión arterial, sudoración e incluso al desmayo.

A diferencia de otras fobias, la hematofobia provoca una reacción fisiológica distinta, donde la presión arterial disminuye bruscamente y se produce un síncope vasovagal. Durante un episodio de hematofobia, el sistema nervioso autónomo reacciona de manera extrema, causando una pérdida temporal del flujo sanguíneo hacia el cerebro y resultando en un desmayo. Esta peculiar respuesta fisiológica aún no se comprende completamente.

La fobia suele desarrollarse en la infancia y afecta con mayor frecuencia a las mujeres, aunque también puede presentarse en hombres. A menudo, se asocia con otros trastornos de ansiedad y su intensidad y angustia no difieren significativamente de otras fobias. Este miedo irracional puede interferir en las conductas de prevención de enfermedades y poner en riesgo la salud del individuo afectado.

Terapia cognitivo-conductual: La clave para vencer la hematofobia

La terapia cognitivo-conductual se ha establecido como el enfoque principal para tratar la fobia. Este tipo de terapia se centra en abordar las creencias y los pensamientos distorsionados que sustentan el miedo irracional, lo que permite una reestructuración cognitiva y la desensibilización gradual a través de la exposición controlada a situaciones relacionadas con la sangre. Además de disminuir el miedo, la terapia también ayuda a controlar los síntomas de ansiedad, como la taquicardia y la evitación de situaciones desencadenantes.

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EFE

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