“Atrapado en la Paradoja del Crononauta: Un viaje en el tiempo sin retorno”

La Paradoja del Crononauta es una novela de ciencia ficción que narra las aventuras de un joven que descubre una máquina del tiempo en el sótano de su abuelo y viaja al pasado, alterando la historia y poniendo en peligro su propia existencia.

Capítulo 1: El descubrimiento

Nunca pensé que mi vida cambiaría tanto por una simple curiosidad. Todo empezó cuando encontré un extraño dispositivo en el sótano de mi abuelo. Era una caja metálica con botones y una pantalla que mostraba números y letras. Parecía un reloj, pero no uno normal. Tenía una etiqueta que decía: “Proyecto Cronos. Propiedad del gobierno. No tocar”.

Me intrigó tanto que no pude resistir la tentación de pulsar uno de los botones. De repente, la pantalla se iluminó y mostró un mensaje: “Bienvenido al Proyecto Cronos. Por favor, introduzca la fecha y la hora a la que desea viajar”. Me quedé boquiabierto. ¿Acaso era una máquina del tiempo? ¿Qué hacía mi abuelo con ella? ¿Qué secretos escondía?

Decidí probarla. Introduje una fecha al azar: 15 de julio de 1789, el día antes de la toma de la Bastilla. Pensé que sería interesante ver la Revolución Francesa en persona. Presioné el botón de confirmar y esperé a ver qué pasaba.

No me lo podía creer. La máquina funcionaba. En un instante, me encontré en medio de una callejuela de París, rodeado de gente vestida con ropas antiguas. Olía a humo y a sudor. Se oían gritos y disparos. Era el caos.
Así comenzó mi aventura como crononauta, el viajero del tiempo. Una aventura llena de peligros, sorpresas y paradojas. Una aventura que me haría descubrir la verdad sobre mi abuelo, el Proyecto Cronos y yo mismo.

Capitulo 2. El salto

No podía creer lo que veían mis ojos. El Proyecto Cronos, esa extraña máquina que había descubierto en el sótano de mi abuelo, me había transportado a otro tiempo y lugar. Según la pantalla digital que parpadeaba en el panel de control, me encontraba en París, el 13 de julio de 1789, un día antes de la toma de la Bastilla.

¿Cómo era posible? ¿Qué era ese aparato? ¿Qué hacía mi abuelo con él? ¿Y cómo podía volver a mi época? Eran tantas las preguntas que se agolpaban en mi mente que apenas podía respirar. Sentí un mareo y me apoyé en la pared del callejón donde había aparecido. A mi alrededor, todo era diferente: los edificios, los carruajes, la gente, el olor…

Me di cuenta de que llevaba puesto un traje antiguo, con una peluca blanca y un sombrero de ala ancha. Supuse que era parte del disfraz que el Proyecto Cronos me había proporcionado para pasar desapercibido. Pero no tenía ni idea de cómo actuar ni qué decir en ese contexto histórico. Temía llamar la atención o provocar algún cambio irreversible en el curso de los acontecimientos.

Decidí explorar un poco la ciudad, con cuidado de no alejarme demasiado del callejón donde había dejado el Proyecto Cronos. Esperaba que nadie lo encontrara ni lo tocara. No sabía si tenía algún sistema de seguridad o si podía activarse solo. Tampoco sabía cuánto tiempo podía permanecer en ese pasado sin alterar el presente.

Me mezclé con la multitud que se agitaba por las calles. Noté un ambiente tenso y hostil. La gente murmuraba contra el rey y la nobleza, que vivían en la opulencia mientras el pueblo sufría hambre y miseria. Algunos llevaban armas improvisadas, como palos o cuchillos. Otros repartían panfletos o gritaban consignas revolucionarias.

Me acerqué a una plaza donde había una gran aglomeración. Vi una guillotina en medio, rodeada de soldados y curiosos. Un hombre con una capucha negra subió al cadalso y leyó una sentencia. Era un condenado a muerte por traición a la corona. El verdugo accionó la cuchilla y la cabeza del reo rodó por el suelo entre los aplausos y los abucheos de la gente.

Sentí un escalofrío y me alejé de allí. No quería presenciar más horrores. Me pregunté si eso era lo que mi abuelo quería que viera. ¿Qué propósito tenía ese viaje en el tiempo? ¿Qué esperaba que hiciera yo? ¿Qué secreto escondía el Proyecto Cronos?

Decidí volver al callejón y buscar alguna pista o instrucción en el aparato. Tal vez hubiera algún botón o palanca que me devolviera a mi tiempo. O tal vez hubiera algún mensaje o nota de mi abuelo explicándome todo.

Pero cuando llegué al callejón, me llevé una sorpresa que me heló la sangre.

El Proyecto Cronos ya no estaba allí.

Capítulo 3: Entendiendo

Ahora me enfrento a las consecuencias de mi viaje en el tiempo. No solo he alterado la historia, sino que también he creado una paradoja temporal. Al parecer, el Proyecto Cronos era una máquina experimental que mi abuelo había robado de un laboratorio secreto del gobierno.

Él era un científico que trabajaba en el proyecto, pero se opuso a sus fines militares y decidió escapar con el prototipo. Sin embargo, al activarlo, provocó una anomalía que lo envió al pasado junto con la máquina. Allí conoció a mi abuela, una joven revolucionaria que luchaba contra la monarquía francesa. Se enamoraron y tuvieron a mi padre, que nació en 1789.

Pero eso significa que yo soy el resultado de una línea temporal alternativa, que nunca debería haber existido. Mi abuelo nunca regresó al presente, sino que vivió el resto de su vida en el siglo XVIII. La máquina quedó oculta en su casa hasta que yo la descubrí.

Y al usarla, creé otra anomalía que me llevó al mismo día que él llegó al pasado. Así fue como lo encontré cuando volví al callejón buscando indicios y le quité la máquina que tenía en sus manos sin saber quién era. Él me reconoció como su nieto, pero no pudo decirme nada antes de que yo me marchara.

Ahora estoy atrapado en una paradoja sin salida. Si vuelvo al presente con la máquina, borro mi propia existencia y la de mi padre. Si me quedo en el pasado, altero aún más la historia y quizás provoque una catástrofe. No sé qué hacer ni a quién recurrir. Solo sé que tengo que encontrar una solución antes de que sea demasiado tarde.

Capitulo 4: Soy yo mismo

Estaba atrapado en el pasado. Sin esperanza de volver a mi tiempo. Sin saber si mi abuelo, mis padres, mis amigos o yo mismo existiríamos en el futuro. Sin poder cambiar nada de lo que había ocurrido. Solo me quedaba una opción: aceptar mi destino y vivir el resto de mis días en la Francia revolucionaria.

Pero no podía resignarme tan fácilmente. Tenía que intentar algo. Algo que quizás fuera una locura, pero que tal vez me diera una oportunidad de escapar de la paradoja. Recordé lo que había leído en algunos periodicos y novelas sobre experimentos con los viajes en el tiempo.

Había una forma de crear un bucle temporal, una especie de agujero de gusano que me permitiría volver al punto de partida. Pero había un riesgo enorme: si lo hacía mal, podría causar una ruptura en el espacio-tiempo y provocar una catástrofe cósmica.

No tenía nada que perder. Busqué un lugar apartado y seguro, donde nadie me viera ni me molestara. Saqué del bolsillo el pequeño dispositivo que había recuperado de las manos de aquel desconocido que era también mi abuelo, el que había activado el Proyecto Cronos y me había traído hasta aquí.

Era una especie de reloj de pulsera, con una pantalla digital y varios botones. Según lo que ya a esta altura había intuido- tenía que programar una fecha y una hora exactas, las mismas en las que había iniciado el viaje. Luego tenía que pulsar el botón rojo y esperar a que se activara la máquina.

Lo hice así. Puse la fecha del 14 de julio de 2023, a las 10:00 a.m., la hora en la que había entrado al sótano de mi abuelo. Presioné el botón rojo y sentí una vibración en la muñeca. La pantalla se iluminó y mostró un mensaje: “Iniciando bucle temporal. Por favor, espere”. Esperé unos segundos, con el corazón latiendo a mil por hora. ¿Funcionaría? ¿Volvería a mi tiempo? ¿O moriría en el intento?

De repente, todo se volvió blanco. Sentí un tirón en el estómago y una sensación de vértigo. Perdí la noción del tiempo y del espacio. No sabía si estaba vivo o muerto, si estaba soñando o despierto. Solo sabía que estaba viajando a través del bucle temporal.

Y entonces lo vi. El sótano de mi abuelo. El mismo lugar donde había empezado todo. Estaba allí, frente a mí, como si nada hubiera cambiado. Corrí hacia él, sin pensar en nada más. Entré por la puerta y bajé las escaleras. Busqué con la mirada el Proyecto Cronos, el aparato que me había traído hasta aquí.

Y lo encontré.

Pero no estaba solo.

Había alguien más con él.

Era yo mismo.

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Fin | Una historia original de SomosFan

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