El académico y glaciólogo de la Universidad de Chile, Alexis Segovia, explicó este jueves a EFE que el reciente desprendimiento de una gran masa de hielo en la Antártida responde «a un fenómeno común» y no está directamente relacionado con la crisis climática, aunque esta si va a incidir negativamente en la vida del nuevo Iceberg.
Según el científico, la ruptura de un trozo de hielo con una superficie superior a Londres o París es causa de «la dinámica propia de los grandes glaciares».
«El fenómeno tiene relación con el movimiento de los glaciares. Esta plataforma avanza hacia el mar y justamente la parte que flota tiene menos rugosidad que la parte que está en tierra, por tanto esa fracción va más rápido y en caso de haber grietas, estas se expanden», asegura sobre la masa de hielo que se ha desprendido.
«Cuando tenemos esta plataforma de hielo sobre agua, llega a un nivel tal de longitud que termina quebrándose eventualmente en el lugar de esas grietas», agregá en una explicación similar a la dada por la British Antarctic Survey (BAS), organización que alertó del nacimiento del nuevo Iceberg a principios de esta semana,
En este sentido, Segovia insiste en que «no tiene estrecha relación con el cambio climático propiamente como tal» ya que «es recurrente cuando se producen estos avances de hielo y estos llegan a un nivel de longitud muy grande sobre agua»
DESHIELO MÁS RÁPIDO
El glaciólogo chileno advierte, no obstante, que el calentamiento de los océanos y del planeta en general sí tendrán una incidencia en la evolución de la nueva masa de hielo flotante, cuya vida va a ser más corta.
«Si la temperatura del océano aumenta y las temperaturas del aire también, las plataformas de hielo se verán expuestas y se van a debilitar más rápido y, en teoría, también se podrían ir quebrando más rápido y tendremos más de estos fenómenos», subrayó.
La gran masa de hielo, dos veces el tamaño de la capital chilena, se separó esta semana de la plataforma Brunt 10 años después de la aparición de la primera grieta, que científicos del BAS calcularon de unos 150 metros.
El objetivo ahora es observar su evolución para sacar posibles conclusiones sobre el estado del planeta y los océanos, y darle un nombre, que probablemente impondrán desde sociedades científicas en Estados Unidos.
«Nuestros glaciólogos y equipos han estado anticipando este evento con mediciones de la capa de hielo que se hacían varias veces al día usando instrumentos de alta precisión», advierten responsables del BAS.
«Estos miden cómo la capa se deforma y mueve, lo que se compara con imágenes de la ESA, NASA y un satélite alemán. Toda la información se envía a la Universidad de Cambridge para análisis», agregan.
«Así que sabemos qué pasa en el invierno antártico, cuando no hay nadie en la estación, está oscuro las 24 horas y las temperaturas caen bajo los -50°C”, apuntó días atrás la directora de la BAS, Jane Francis.
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EFE
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