Renaturalizadas, sanas e inclusivas: las ciudades del futuro buscan su senda

Sostenibles, igualitarias, eficientes e inclusivas son las cualidades de las ciudades del futuro, amparadas bajo el paraguas de la conservación de la biodiversidad e inmersas en un “necesario encuentro vital” entre el medio natural y urbano, explica en una entrevista con EFE Elena Escudero, profesora universitaria.

Con motivo de la cumbre climática en Sharm el-Sheij (Egipto) COP27, donde se buscan soluciones al calentamiento global, Escudero, profesora de Urbanística y Ordenación del Territorio de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, detalla el papel de las ciudades en el nuevo modelo de desarrollo urbano, que, a su juicio, se estructura en torno a 4 ejes: complejidad, compacidad, eficiencia y estabilidad social.

En la actualidad, más de la mitad de la humanidad vive en urbes y para 2050, siete de cada diez personas serán habitantes urbanos, según datos del World Economic Forum, que también apuntan a que cuatro de cada cinco ciudades del planeta se enfrentan a peligros climáticos, como calor extremo, lluvias, sequía e inundaciones.

Ante esta situación, Escudero hace hincapié en que la urbes cuentan ya con una guía de adaptación, “los objetivos fijados por la Agenda 2030”, que indican los principales retos climáticos que tienen por delante y cómo afrontar su adaptación a una realidad más sostenible y que mejore la calidad de vida de sus habitantes.

PREGUNTA (P).- ¿Cómo se adaptarán las ciudades a la masificación, si en ellas vivirá el 68 % de la población en 2050?

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RESPUESTA (R).- Los tejidos urbanos están obligados a buscar en sus desarrollos la mezcla de usos, distintas tipologías de viviendas y clases sociales, de manera que la ciudad y el espacio público se utilicen por todo tipo de personas durante el horario más amplio.

Esto aumentaría la presencia de ciudadanía en la calle y mejoraría la percepción de seguridad de los habitantes al entender que pueden ver y ser vistos. Conseguir este objetivo está muy relacionado con la materialización de que los tejidos urbanos sean compactos y no consuman el territorio de manera indiscriminada –con desarrollos dispersos de infraestructuras e instalaciones– de manera, que a la vez se pueda potenciar la movilidad ciclista y peatonal basada en transportes sostenibles y no en combustibles fósiles.

P.- ¿El crecimiento de las urbes debe ser paralelo a la sostenibilidad?

R.- No hay otro modo de verlo. El concepto de sostenibilidad (desarrollo sostenible) acuñado por la ONU en 1987 lo define como “la satisfacción de las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”.

Ha pasado mucho tiempo, pero el compromiso debe ser el mismo, por lo que el crecimiento de la ciudad no debe poner en riesgo el territorio (ni el medio natural ni las zonas antropizadas) que dejamos a las generaciones futuras.

La arquitectura y los procesos de desarrollo urbano dejan una huella en el territorio que se prolonga en el tiempo, y no son fácilmente modificables ni reversibles y por ello es necesario valorar las operaciones a realizar desde la sostenibilidad e incorporar la reversibilidad y reducir esa huella en procesos urbanos.

P.- ¿Cómo será la ciudad del futuro, cuál es el reto en gestión del agua y en movilidad urbana?

R.- No puedo aventurarme a decir cómo será la ciudad del futuro, pero debería ser sostenible, igualitaria, eficiente e inclusiva. Si la preservación de las especies del planeta y la protección de su biodiversidad ha de marcar la regulación de los procesos urbanos, de ese modo, el medio natural y medio urbano evolucionarán hacia un necesario punto de encuentro vital.

Las dinámicas sostenibles de recursos naturales y preservación de sus ciclos, en concreto, el del agua, un bien necesario y escaso, debe ordenar adecuadamente su uso y tener en cuenta el reciclaje en las áreas urbanas. La gestión de la movilidad sostenible debe inevitablemente pasar por un modelo que no consuma combustibles fósiles y fomente formas de movilidad ciclista y peatonal, más vinculadas al entorno local y beneficiosas para la salud.

P.- ¿Qué pueden aportar ciudadanos y Gobierno para el desarrollo y seguridad de las ciudades?

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R.- Es necesario que el ciudadano desempeñe un papel activo en la ciudad, participando en procesos urbanos y exponiendo las necesidades que reclama para la ciudad. En este punto, la ciudadanía debe comprometerse de manera activa con el presente y futuro de sus ciudades.

Es importante fomentar desde la administración y la planificación urbana el arraigo de los habitantes con sus entornos locales, ya que este factor permite una ciudadanía más participativa con su ciudad. Los gobiernos deben poner en marcha planes de educación en sostenibilidad y que los habitantes conozcan los mecanismos de contribución al desarrollo y seguridad de las ciudades con sus actuaciones personales y grupales.

Además, deben tratar de aplicar herramientas para afrontar el desarrollo de la ciudad con entornos seguros basados en el adecuado diseño en el que la prevención tenga un papel principal frente a operaciones que, una vez ejecutadas, puedan derivar en una corrección con un alto coste.

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EFE

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