La pasta es uno de los alimentos más versátiles y deliciosos que existen, pero también uno de los más difíciles de cocinar correctamente. Seguro que alguna vez te ha pasado que al escurrir la pasta te has encontrado con un amasijo pegajoso, blando y sin sabor- o, por el contrario, con unos trozos duros y crudos que se resisten al mordisco. ¿Cómo evitar estos desastres culinarios y conseguir la pasta al dente, es decir, en su punto justo de cocción?
Lo primero que hay que tener en cuenta es el tipo de pasta que vamos a cocinar, ya que cada uno tiene un tiempo de cocción diferente. Por lo general, la pasta seca suele tardar entre 8 y 12 minutos en estar lista, mientras que la pasta fresca puede estar lista en tan solo 2 o 3 minutos. Para saber el tiempo exacto, lo mejor es consultar el paquete y seguir las indicaciones del fabricante.
Lo segundo que hay que hacer es poner a hervir una cantidad suficiente de agua con sal en una olla grande. La proporción recomendada es de un litro de agua por cada 100 gramos de pasta, y una cucharadita de sal por cada litro de agua. Cuando el agua rompa a hervir, añadimos la pasta y removemos bien para que no se pegue. Es importante no tapar la olla ni añadir aceite al agua, ya que esto puede alterar el resultado final.
Cómo conseguir la pasta perfecta en cada receta
Lo tercero y más importante es controlar el tiempo de cocción y probar la pasta antes de retirarla del fuego. Para saber si está al dente, tenemos que notar que está tierna por fuera pero firme por dentro, sin llegar a estar cruda ni blanda.
Una forma sencilla de comprobarlo es cortar un trozo con un cuchillo y observar el interior: si vemos un punto blanco en el centro, significa que le falta cocción; si vemos que está uniforme, significa que está lista. Otra forma más tradicional es morder un trozo y sentir la textura: si ofrece una ligera resistencia al diente, está al punto; si se deshace o se queda pegada, está pasada.
Una vez que tenemos la pasta al dente, la escurrimos rápidamente y la mezclamos con la salsa que hayamos elegido. No debemos dejarla enfriar ni lavarla con agua fría, ya que perdería su sabor y su textura.
Lo ideal es servirla inmediatamente o mantenerla caliente hasta el momento de comer. Siguiendo estos consejos, podrás disfrutar de una preparación deliciosa y perfectamente cocida en cada ocasión. ¡Buen provecho!
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