El verano es una época del año que muchos esperan con ilusión, pero también puede ser una fuente de estrés y malestar para nuestra salud mental. Las olas de calor, cada vez más frecuentes e intensas debido al cambio climático, pueden afectar negativamente a nuestro estado de ánimo, nuestra capacidad de concentración, nuestro sueño y nuestra relación con los demás.
¿Por qué el calor nos afecta psicológicamente?
El calor extremo es un factor de riesgo para la salud física, ya que puede provocar deshidratación, insolación, golpe de calor o incluso la muerte. Pero también tiene un impacto en la salud mental, ya que altera el equilibrio térmico de nuestro cuerpo y activa el sistema nervioso simpático, que es el responsable de la respuesta de lucha o huida ante una amenaza.
Esto hace que aumenten los niveles de cortisol, la hormona del estrés, que a su vez reduce la producción de serotonina y dopamina, neurotransmisores relacionados con el bienestar, el placer y la motivación. Además, el calor dificulta el sueño reparador, lo que afecta a nuestra energía, nuestro humor y nuestra memoria.
Todo esto puede generar una serie de síntomas psicológicos, como irritabilidad, ansiedad, depresión, agresividad, apatía o confusión. Estos síntomas pueden ser más graves en personas con trastornos mentales previos, como bipolaridad, esquizofrenia o adicciones.
También pueden aumentar el riesgo de suicidio, especialmente en personas mayores o aisladas
¿Qué podemos hacer para proteger nuestra salud mental del calor?
Ante esta situación, es importante tomar medidas para cuidar nuestra salud mental y prevenir o reducir los efectos negativos del calor. Algunas de estas medidas son:
• Evitar la exposición al sol y al calor en las horas centrales del día (entre las 12 y las 17 horas), buscando lugares frescos y ventilados.
• Beber abundante agua y líquidos sin alcohol ni cafeína, para mantenernos hidratados y evitar la deshidratación.
• Vestir ropa ligera, holgada y de colores claros, que favorezca la transpiración y no retenga el calor.
• Usar protección solar adecuada (crema, sombrero, gafas) para evitar quemaduras y daños en la piel y los ojos.
• Refrescarse con duchas o baños frecuentes, paños húmedos o pulverizadores de agua.
• Acondicionar el hogar con ventiladores, aire acondicionado o persianas bajadas, para mantener una temperatura agradable.
• Seguir una dieta equilibrada y ligera, rica en frutas y verduras, que nos aporte vitaminas y minerales esenciales para nuestro organismo.
• Practicar ejercicio físico moderado y adaptado a las condiciones climáticas, preferiblemente por la mañana o por la noche, cuando hace menos calor.
• Mantener una rutina de sueño regular y procurar dormir en un ambiente fresco y oscuro, evitando las siestas largas o tardías.
• Buscar apoyo social y emocional en familiares, amigos o profesionales, compartiendo nuestros sentimientos y preocupaciones.
• Realizar actividades placenteras y gratificantes que nos distraigan del calor y nos aporten bienestar y satisfacción.
• Evitar el consumo de alcohol, tabaco u otras drogas que puedan alterar nuestro estado mental o agravar los efectos del calor.
• Consultar con un médico o un psicólogo si notamos síntomas graves o persistentes que afecten a nuestra salud mental o a nuestra calidad de vida.
En conclusión, las olas de calor son un fenómeno cada vez más común que puede tener consecuencias negativas para nuestra salud mental. Por eso es importante cuidarnos y seguir unas pautas básicas que nos ayuden a sobrellevar el calor y a sentirnos mejor.
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