Guaviare es la puerta de entrada a la Amazonía colombiana, territorio que durante los años más crudos de la guerra se convirtió en zona roja por el control que la guerrilla tenía, algo que propició que se convirtiera en almacén de coca. Siete años después del acuerdo de paz, los atractivos naturales se han convertido en reclamo turístico, devolviendo a sus habitantes una anhelada paz y tranquilidad.
Pinturas rupestres, entornos naturales únicos, pozos naturales y cascadas pintan un paisaje muy atractivo para los turistas que busquen naturaleza y aventura, algo que los guaviarenses han sabido aprovechar.
La finca turística La Recebera y Pozos Naturales es uno de estos entornos privilegiados, donde uno puede apreciar la biodiversidad de flora y fauna, cuenta Jaime Alfonso, el representante legal de este espacio, que les dice a los turistas: “están parados en la formación rocosa más antigua del mundo, en la Serranía de la Lindosa, que es puerta del Chiribiquete”, uno de los parques naturales de más relevancia y menos explotado del país.
Cuando llegan los visitantes, solo con bajar del carro pueden anticipar que será un buen día: un arroyo los recibe y les da la bienvenida al sendero ecológico que, por dos horas, les llevará a ver cascadas y pozos naturales en los que refrescarse del apremiante calor húmedo que no da tregua en esta selva colombiana.
Jaime, sin embargo, lanza una alerta: Cuando se sumergen en estos huecos, algunos de mucha profundidad, “no se quieren salir”.
La historia también es parte de su encanto, ya que originalmente se compró con el objetivo de instaurar sistemas ganaderos, pero con el tiempo se hizo la transición de la ganadería a un turismo sostenible.
Guaviare “ha sido impactado negativamente” por la coca y la ganadería, “para nadie es un secreto” que para sembrar y para el ganado “toca tumbar”, pero la gente “ha tomado conciencia” y está apostando por alternativas más sustentables y respetuosas con el medioambiente, agrega Jaime.
“Las expectativas es que Guaviare sea uno de los destinos en turismo, que sobresalgan a nivel nacional y ojalá mundial”, un deseo que este guaviarense comparte con muchos de sus paisanos.
LAS PINTURAS, UN TESORO POR DESCUBRIR
Pero si por algo es conocido el departamento del Guaviare, más allá de la coca y de la guerra, es por albergar una colección de pinturas rupestres de más de 12.000 años de antigüedad.
Cerca del Raudal del Guayabero, a unas dos horas de la capital departamental San José del Guaviare, se ubica un panel de pinturas que, según los expertos, tiene 7.000 años, y que contiene una figura excepcional: el yuruparí, una figura cuyo significado no está claro, pero que los indígenas apuntan a que podría ser un demonio, una referencia a algo malo que hay en la zona.
Otros, sin embargo, dicen que representa un ángel o un dios. Lo seguro es que es solo se puede encontrar si se hace el recorrido que ofrece la comunidad de este pequeño caserío, de 3 horas aproximadamente, en el que los visitantes pueden navegar por el río Guayabero, subir a un mirador para admirar la frondosa selva y bañarse en una cascada escondida.
Además del yuruparí, también hay escenas que representan la caza, pesca, cultivos, manifestaciones de rituales y portales, así como animales fantásticos y reales, cuenta el guía, Maikol Molano, que agrega que la teoría es que usaban mineral de cobre mezclado con otros materiales como resina y grasa animal para que perduraran tanto.
“A estas paredes, antes de pintarlas las pulían y como están en abrigos rocosos donde no les afecta el agua y el sol” se han conservado tan bien, indica el guía.
En cuanto a cómo las pintaron a tanta altura, las teorías también varían: los indígenas dicen que a través del desdoblamiento después de un ritual de yagé (una planta alucinógena y medicina tradicional por los indígenas), los investigadores se decantan por el uso de algún tipo de escalera.
“Después de los acuerdos de paz se cambió lo ilícito que se hacía en esta región, en este sector, que fue epicentro de la coca”, cuenta Norbey Méndez, presidente de la Corporación de Pesca y Turismo Raudal del Guayabero, río que separa los departamentos del Guaviare y del Meta y que algún día fue centro neurálgico de la guerrilla.
En este enclave donde se acaban los llanos orientales y empiezan las selvas los turistas pueden conocer el corazón de la Amazonía y ayudar a una comunidad que le apuesta a lo legal para dejar atrás la guerra.
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EFE