La intolerancia a la lactosa es una condición que afecta a una porción significativa de la población mundial, provocando síntomas que pueden ir desde leves a severos tras el consumo de productos lácteos. La lactosa, un azúcar presente en la leche y sus derivados, requiere de la enzima lactasa para su correcta digestión. Sin embargo, muchas personas experimentan una disminución en la producción de esta enzima, lo que conduce a la intolerancia.
¿Cómo saber si soy intolerante a la lactosa?
Los síntomas más comunes incluyen distensión abdominal, gases, diarrea o estreñimiento, y dolor abdominal poco después de consumir alimentos con lactosa. Estos pueden variar en intensidad, pero suelen presentarse de manera consistente tras la ingesta de lácteos.
Para aquellos que sospechan de su intolerancia, existen pruebas diagnósticas como el test de hidrógeno en el aliento o la prueba de tolerancia a este alimento, que pueden confirmar la condición bajo supervisión médica.
¿Qué hacer si eres intolerante a la lactosa?
El manejo de esta condición implica principalmente ajustes dietéticos. Reducir o eliminar el consumo de productos lácteos es el primer paso. Sin embargo, es crucial asegurarse de compensar la ingesta de calcio y otros nutrientes esenciales que se encuentran en la leche. Existen alternativas sin lactosa y leches vegetales enriquecidas que pueden ser excelentes sustitutos.
Además, hay enzimas de lactasa disponibles en el mercado que pueden tomarse antes de consumir lácteos, permitiendo así una mejor digestión de la lactosa. Es importante consultar con un profesional de la salud para determinar la mejor estrategia de manejo personalizada.
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