Europa se enfrenta a temperaturas extremas que podrían superar las del verano pasado, el más mortal de la historia. Un reciente estudio científico confirma que el cambio climático está detrás de estos fenómenos cada vez más frecuentes e intensos.
El viejo continente no tiene respiro. Después de sufrir el verano más caluroso y letal de su historia, con más de 61.000 fallecidos por las altas temperaturas, según un estudio publicado en la revista The Lancet, la región se prepara para una nueva ola de calor que podría batir récords en los próximos días.
El termómetro podría alcanzar los 50 grados en algunas zonas de Europa, lo que supone un grave riesgo para la salud y el medio ambiente en muchos de sus países.
El cambio climático dispara las olas de calor en Europa, que se prepara para otra semana sofocante
Esta situación no es casual ni aislada. Según el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), las olas de calor son una consecuencia directa del calentamiento global provocado por las emisiones de gases de efecto invernadero.
El documento, que recoge las evidencias científicas más sólidas hasta la fecha, advierte que los fenómenos extremos como sequías, inundaciones o incendios forestales serán cada vez más habituales y severos si no se toman medidas urgentes para reducir las emisiones.
Europa es una de las regiones del mundo que se calienta más rápidamente, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Desde 1950, la frecuencia e intensidad de los episodios cálidos ha aumentado, mientras que los fríos han disminuido a escala global. Esto tiene graves consecuencias para la biodiversidad, la agricultura, la economía y la calidad de vida de los ciudadanos.
Ante este escenario, los expertos recomiendan adoptar medidas de adaptación para hacer frente al calor y proteger a los grupos más vulnerables, como los ancianos, los niños o las personas con enfermedades crónicas.
Sin embargo, también alertan de que estas acciones pueden no ser suficientes si no se logra frenar el aumento de la temperatura global, que ya ha superado el 1,1 grado respecto a los niveles preindustriales.
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