Nacen en Ecuador las primeras tortugas laúd en cuatro décadas

Por primera vez en 40 años Ecuador ha sido testigo de la eclosión de medio centenar de huevos de tortugas laúd (dermochelys coriácea), el espécimen de quelonio más grande del planeta, que no se reproducía en el país por distintos factores naturales.

Este evento, que ha emocionado a los funcionarios locales de Medioambiente, se produjo en la playa Punta Bikini, de la provincia de Manabí, escenario habitual de la reproducción de otros tipos de tortugas.

Los primeros neonatos fueron descubiertos el domingo en el proceso de supervisión por parte de voluntarios de la fundación “Contamos Contigo Ecuador”, dedicada a la protección medioambiental marina, y desde entonces de han contabilizado más de 50, aunque se esperan aún más en los próximos días.

“Se trata de un evento extraordinario, vemos los frutos de una gestión que nos permiten cumplir con el objetivo de conservación de estas tortugas laúd, que se encuentran en peligro crítico”, aseguró a Efe el administrador del Refugio de vida silvestre Isla Corazón y Fragatas, Cristian Soledispa, que ha seguido el proceso en los últimos meses.

COMPLICADO PROCESO DE REPRODUCCIÓN

El anidamiento natural de las tortugas laúd en las costas continentales ecuatorianas -esta especie también se deja ver en el archipiélago de Galápagos-, fue constatado el 26 de noviembre y desde entonces, se sigue su evolución.

Las hembras de esta especie, caracterizada por la coloración negra con machas blancas de su caparazón, aletas y cuello, suelen poner sus huevos en las costas de las provincias de Manabí y Esmeraldas, pero por diferentes razones no se producía la eclosión.

“En el 2015 y 2017 se identificaron anidadas de esta especie, pero ninguna tuvo éxito”, confirmó el responsable medioambiental al recordar que se tiene un registro fotográfico de 1983 de otra anidación que resultó igualmente infructuosa.

A veces son huevos no fertilizados, otras nidos falsos en los que la tortuga no llega a dejar huevos, o sencillamente estos no eclosionaban por razones de temperatura, un elemento crucial en el proceso de reproducción de los galápagos.

“Por temas de huevos que no son fértiles, clima y bajas temperaturas dentro del nido, no se llegaba a la eclosión de los huevos”, precisó Soledispa.

Pero los guardaparques en esta ocasión no dejaron margen a la naturaleza, sino que al descubrir el nido de las laúd, rescataron al menos una docena de huevos, que trasladaron a una incubadora.

Las crías de estos huevos incubados son liberados a medida que cogen fuerzas tras romper el cascarón, y se suman al resto que consiguen hacerlo de manera natural en la misma playa, donde son vigilados por los especialistas para impedir que sean víctimas de los depredadores en su camino al mar.

El histórico acontecimiento se produjo 56 días después de la localización de los nidos.

En una primera eclosión vieron la luz 38 crías y al día siguiente se les sumaron cinco de la incubadora, proceso en el que colaboraron técnicos de Ecuador y México, integrantes de la Convención Interamericana para la Protección y Conservación de las Tortugas Marinas (CIT).

Se trata de la primera ocasión que en el país se reporta el nacimiento de la especie laúd, de acuerdo con el Ministerio del Ambiente, y los expertos estiman que en cuatro décadas no se producía un fenómeno semejante.

Y es que el índice de reproducción de la laúd es el más bajo de las especies de tortugas marinas, pues apenas el 50 % de huevos suelen eclosionar. Los anidamientos se producen entre los meses de diciembre y enero.

LA TEMPERATURA ES CRUCIAL

Para facilitar su nacimiento, los supervisores de la Cartera medioambiental protegieron el nido con sacos de arena a fin de evitar un posible aguaje, y colocaron termómetros en su interior para monitorear y equilibrar la temperatura.

“El plan era cubrir el nido para darle sombra cuando pasaba los 31 grados, y cuando bajaba la temperatura a menos de 29 dejábamos el nido a la vista del sol”, explicó Soledispa.

El proceso de supervisión requirió además una rápida intervención de los expertos porque “dos noches seguidas llovió y la arena estaba mojada”, lo que puede llegar a interrumpir el proceso, agregó.

Las condiciones climáticas y el exceso de humedad dificultan la eclosión y supervivencia de los neonatos, por lo que conforme iban naciendo las crías fueron recogidas para su estudio y protección.

Las crías fueron puestas en libertad en un horario de baja intensidad solar, y bajo supervisión con el fin de que hicieran su camino al mar de forma segura, pues no sólo las mareas son una amenaza para ellas, sino también los perros salvajes que se le alimentan de los huevos.

La tortuga laúd habita en aguas templadas tropicales, subtropicales y subárticas de los océanos Atlántico, Pacífico e Indico, y puede llegar a medir hasta dos metros y pesar más de 600 kilos.

“Son reptiles pulmonados y marinos, que salen a captar oxígeno y se sumergen por mucho tiempo bajo el mar debido a un bajo nivel de oxigeno en su sangre”, remarcó el administrador del refugio.

Su variada alimentación incluye medusas, peces, crustáceos y algas, y como otras especies marinas es muy sensible a la contaminación plástica, pues suelen asfixiarse al ingerir trozos de plástico.

La especie se encuentra en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), en el apartado de “vulnerable”, mientras que en el océano Pacífico oriental se encuentra bajo “peligro crítico”.

Ante lo excepcional del nacimiento de estos animales, expertos de distintos países han puesto en marcha métodos científicos para tratar de completar el ciclo de reproducción y garantizar su supervivencia.

EFE

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